En muchas culturas, la sangre es venerada y respetada como algo
místico.
Hay religiones que veneran la sangre al punto de prohibir la
transfusión sanguínea.
En la medicina china, la sangre (yin) es portadora del shen (espíritu/
yang)
Para que haya vida física, el yang debe estar en un receptor de yin.
Del mismo modo que la sangre, las actividades mentales (yang)
requieren un medio muy acuoso -- el cerebro (yin). La ciencia
confirma este fenómeno.
Los bebés (mucho más yang que los adultos) tienen un más alto
porcentaje de agua en sus cuerpos.
Los hombres (más yang que las mujeres) también tienen más agua
que las mujeres (que generalmente tienen más yin).
Cuando el yin y el yang se separan (p.e., con la pérdida de sangre), la
vida llega a su fin. El yang retorna al yang. El yin retorna al yin.
En la medicina, productos farmacéuticos de rápida acción e
intervenciones quirúrgicas de vida o muerte son más yang.
La acupuntura, la respiración, la meditación, el asesoramiento, la
dietética y las terapias herbales tienden hacia el yin.
La mayoría de los analgésicos pueden tardar una hora en surtir efecto.
La acunpuntura hace esto casi al instante. Además, favorece la
función neurológica y ayuda a salir más rápido del estado comatoso.
En situaciones como ésta, los medicamentos yin pueden ser muy yang
y viceversa.
Yin y yang son ambos necesarios. La medicina yin es excelente.
Tiende a ser más segura, con menos efectos negativos y menos
medicamentos.
La medicina yang es ideal para combatir infecciones mortales o volver
a la vida tras un infarto cardíaco.
Pero si ying y yang son válidos, ¿cómo combinamos lo intelectual
(yang) y lo intuitivo (yin) para resolver los problemas de salud? Pues,
con una medicina holística en la que los expertos de diversas
tradiciones tendrían todos igual oportunidad de difundir sus
conocimientos, sabiduría y perspectiva.
Tarde o temprano, ying y yang estarán en equilibrio. Si tomamos
conciencia de ello, este equilibrio será ahora y no en cien años.