¿Con música? ¿Es posible? Sí, es posible. Veamos: monjes
tibetanos moviendo grandes peñascos montaña arriba,
haciendo sonar trompas alargadas. Y...
La Biblia cuenta que los muros de Jericó fueron volteados por
los israelitas haciendo sonar sus cuernos.
El clarividente y médico Edgar Cayce refiere que los antiguos
atlantes construyeron la pirámide valiéndose de sonido y
vibraciones. ¿Cómo? Pues haciendo flotar piezas de granito de
10.000 toneladas sobre ondas vibracionales. Así construyeron
la monumental gran pirámide de Cheops.
Monjes tibetanos levitan piedras con sólo tambores y rocas
pesadas con sólo sonidos. Así, un campo sónico concentrado y
en vibración puede anular la fuerza de la gravitación.
El secreto reside en la ubicación geométrica de los
instrumentos musicales con respecto a las piedras y en la
entonación armónica de tambores y trompetas.
El canto de los monjes en determinado tono y ritmo hace el
resto.
Antiguas crónicas hablan de máquinas voladoras surcando el
aire con un sonido melodioso. ¿Acaso estas máquinas
voladoras estaban sintonizadas a la ecuación de las ondas
armónicas unificadas? ¡Vaya a saber!
Lo cierto es que los monjes tibetanos nos ayudan a construir
una máquina voladora antigravitacional con propulsión sónica.
Para eso, sólo necesitamos el círculo de generadores sónicos
trazado por los tambores, trompetas, etc. Así, tendremos un
disco que crea una fuerza ascensional antigravitatoria en el
centro.
Los monjes sitúan los tambores y trompetas en un tercio de
círculo, con los sacerdotes detrás de los tambores formando
una espiral. Esto responde al concepto de la formación de
materia en el espacio por movimientos ondulatorios helicoidales
en forma de espiral. Movimientos ondulatorios similares habrían
ocurrido para manipular la materia.
La ciencia ha avanzado mucho en este campo. Muchos
vehículos experimentales fueron construidos a tal fin.
Conclusión: con este tipo de investigación, los días del avión
convencional están contados.
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen