Montag, 21. Mai 2018

3: EL NÚMERO PERFECTO

El concepto de Trinidad existe ya miles de años, como lo atestiguan las historias sobre la creación, los mitos, los escritos religiosos y los textos sagrados de todo el mundo.

Sin embargo, la Trinidad sigue siendo considerada como un producto de la iglesia católica romana, en especial del Concilio de Nicea (año 325), que decidió que la Trinidad era la triple manifestación de la persona de Dios

La Trinidad es uno de los misterios sagrados más “brumosos“, uno que continúa siendo debatido en el mismo catolicismo, dado que los creyentes insisten en saber por qué la “persona“ de Dios es plural y no singular.

En su libro Buda Viviente, Cristo Viviente, Thich Nhat Hanh, un monje budista vietnamita, compara los conceptos de la Trinidad occidental y oriental. En una reunión con el clero cristiano, le advirtió al Sacerdote que “en mi opinión, todos llevamos en nosotros la semilla del Espíritu Santo, la capacidad de sanar, transformar y amar. Al tocar esa semilla, estamos en condiciones de tocar a Dios Padre y a Dios el Hijo“. 

Esto es, Hanh nos presenta la idea de la Trinidad como el directo conocimiento de la Divinidad más allá de todos de todos los nombres y etiquetas.

3: El Número Perfecto


El número 3 es el número perfecto, el que unifica las dualidades. Así, el ser humano tiene una triple naturaleza: cuerpo, mente, espíritu

Para los cabalistas, el 3 es el número de la integración.

Es posible que la Trinidad sea sólo un símbolo del proceso de creación y no tanto la personificación de lo divino. De ahí que continúe siendo fuente de frustración y polémica en la Iglesia Católica: es que, para decirlo gráficamente, están buscando a Dios en el sitio equivocado.

Si vemos a la Trinidad como un proceso de unión con el Todo, entonces Dios Padre es el Creador, su Hijo es la Creación y el Espíritu Santo es el hálito divino que insufla vida en la manifestación física, o sea, en el proceso de Crear.

En suma: es el Creador Creando la Creación. El Padre. El Espíritu Santo. El Hijo.

Por lo tanto, si hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios, somos “trinidades andantes y parlantes“, en otras palabras, creadores creando la creación.


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