RESPUESTA:
Para saberlo, debes saber escucharlo.
Ok,
¿pero escucharlo cómo?
RESPUESTA:
Muy sencillo. Debes encontrar la forma. Pero sin olvidar que Dios
tiene reservado para cada uno de nosotros un método único de
comunicación. Veamos...
1.
Unos prefieren la sencillez de una voz humana que les habla en nombre
de Dios.
2.
Otros disfrutan de los signos sobrenaturales que los guían
personalmente.
3.
Otros prefieren una visión menos conflictiva o bien un sueño.
4.
Finalmente, hay quienes prefieren las impresiones animadas.
Vaya
un ejemplo:
A
usted le han ofrecido un trabajo nuevo. ¿Qué opina Dios al
respecto? La mayoría de nosotros espera una respuesta concreta: “sÏ”
o “no”. Pero la cosa no es tan sencilla.
A
la mañana siguiente, usted va a su cafetería favorita antes del
trabajo. Mientras saborea el café y escucha distraído las
conversaciones a su derredor, una mujer exclama: “¡Dios mío!
¿dónde está mi billete de 500 pesos?”.
Todo
el mundo se pone a buscar el billete de 500 pesos, pero es usted
quien lo encuentra. Y ahí de pronto entiende que la respuesta de
Dios a su pregunta sobre el empleo que le han ofrecido es...
...un
empleo en el sector bancario.
No,
no necesariamente.
¿Entonces
qué? ¿Quiere Dios decirle que no renuncie a su actual empleo? ¡Uf,
qué embrollo! ¿O es acaso una invitación a la aventura?
Calma.
No se apure. Porque tampoco Dios tiene apuro. Y, vaya a saber, tarde
o temprano encontrará “algo” que parece no tener ninguna
relación con su problema específico. Pero, insisto, no se apure...
Dos
días después, usted viaja en su automóvil por una carretera y por
la radio anuncian una decisión del Banco Central sobre el peso.
¡El
rompezacezas se va completando! Es que...
¡Dios
está más cerca suyo de lo que piensa!
Actuando
sobre la base de lo que Dios nos propone, nuestra vida será una
incesante aventura, sólo limitada por nuestra creatividad y nuestra
obediencia a Su voz.
¡Y pasemos a otro tema! ¿Es Dios un matemático? La cuestión de si Dios es un matemático alude al poder de las
matemáticas para describir el mundo en que vivimos. Pruebas de
esto hay en abundancia. Por ejemplo, las leyes de la física, el
accionar de los mercados de valores, la forma cómo trabaja nuestro
cerebro, las puras coincidencias, todo puede ser descrito en el
lenguaje de las matemáticas. Aun más: la matemática elaborada para resolver determinado
problema (por ejemplo, la naturaleza de las partículas subatómicas),
suele ser el resultado de décadas o aun siglos de intensa labor. La realidad que conocemos es apenas una sombra del mundo
absoluto de las ideas, en las que los objetos matemáticos --líneas,
círculos, etc.-- tienen el lugar que les corresponde. Eso lo dijo Platón.
El mundo platónico dominó el pensamiento matemático durante largo
tiempo.
A partir de la antigua Grecia, muchos matemáticos consideraron que
los objetos de las matemáticas tenían una existencia propia,
independiente de la mente humana. Las matemáticas son una cuestión de descubrimiento, más que de
invención. De ahí que muchos matemáticos (Pitágoras, Platón,
Arquímedes...) tuvieran en muy baja estima a quienes usaban las
matemáticas como una mera herramienta para resolver problemas
prácticos o para hacer ganancias financieras. Platón también
pensaba que aun los astrónomos debían “dejar los cielos en paz”,
para concentrarse en las “leyes del movimiento en algún ideal mundo
matemático, del cual el cielo visible es una mera ilustración”. Conclusión La mente humana tiene acceso al mundo de las ideas
matemáticas y emerge del mundo físico, que a su vez parece
obedecer a las leyes de la matemática, que a su vez parece
mantener unido a este misterioso triángulo.