Es la hora 11.
Eso creían en el siglo 19.
Pero un pasaje de la Biblia (Mateo 20:9) también nos habla de la hora 11:
Y al atardecer, el señor de la viña dijo a su mayordomo: "Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros". Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. Y cuando llegaron los que fueron contratados primero, porque pensaban que recibirían más, ellos también recibieron un denario cada uno.
¿Cómo entender esto?
Muy sencillo. Que en un día de 12 horas, los que fueron contratados a la hora 11 recibieron igual paga que los que habían trabajado todo el día.
Lo cual nos lleva al código 11:11 y al número maestro 11.
11:11 es un disparador de nuestra memoria celular, algo así como el primer portal hacia la Ascensión.
Una vez activados de esta forma, veremos continuamente el número 11:11.
Millones de personas en todo el mundo miran su reloj digital. ¿Y qué ven? 11:11...
Hay religiones para las cuales la hora 11 alude a la hora previa al Día del Juicio Final.
La profecía de la hora 11 nos conmina a cambiar de vida antes de que sea tarde.
No así en el campo espiritual. Allí, la hora 11 se refiere a milagros o revelaciones de último momento.
¿No es cierto que muchas veces tenemos determinados planes o proyectos que, de pronto, sin saber porqué, naufragan lastimosamente?
El camino espiritual está lleno de esta clase de "sorpresas", que serán cada vez más si seguimos por este camino.
¿Qué hacer entonces?
Hacer, no podemos hacer nada. Dejar hacer, eso es lo que hay que hacer.
Pero... ¿Realmente no podemos hacer nada?
Bueno, sí, algo podemos hacer. Ser mensajeros del amor divino, canales de la voluntad de Dios.
¿Eso es todo?
Sí, eso es todo. Y todo es eso.
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