Siglo 2 a.C. Dinastía Han.
Veamos qué nos dice el autor y alquimista chino Wei Boyang:
“El oro es la cosa más valiosa del mundo, porque es inmortal
y nunca se corrompe. Los alquimistas lo comen para vivir más
tiempo“.
Casi dos milenios después, el metal precioso ORO es usado
para prolongar la vida de los enfermos de cáncer. Por eso...
ORO = BUENA SALUD:
Wei Boyang y otros no estuvieron equivocados. La
“inmortalidad” del oro y el hecho de no interactuar con la
mayoría de los compuestos explican porqué el oro no es
tóxico para el organismo humano, como también porqué es
tan preciado en medicina (por ejemplo, amalgamas o
empastes dentales), lo mismo que en nanotecnología
(diagnosis y tratamiento de enfermedades mortales).
Como si todo esto fuera poco, surge ahora para el oro un
nuevo (e insólito) campo de acción. Veamos cómo:
Los enfermos de cáncer son inyectados con diminutas esferas
envueltas en oro. Estas nanopartículas (cada una de ellas
más pequeña que un glóbulo rojo) terminan hacinadas en el
tumor canceroso tras abandonar la corriente sanguínea a
través de pequeños orificios en los vasos sanguíneos del
tumor. Una vez allí, el oro espera que un oncólogo lo acribille
con rayos cuasi-infrarrojos.
Las citadas esferas absorben determinada longitud de onda
de luz para combatir las células cancerígenas. Acto seguido,
las nanopartículas convierten la luz en calor.
Cuando la temperatura en el tumor sube a más de 40 grados
centígrados, las células cancerígenas se marchitan, hasta
finalmente desintegrarse del todo.
Sí, reconozco que el oro no es barato. Pero sin olvidar
tampoco que algunas terapias potenciales sólo usan un 3%
del oro en un típico anillo de bodas.
De ahí que el mayor obstáculo no sea éste, sino los tests de
seguridad.
En nanotecnología, cada miniatura difiere de la siguiente. Por
eso, debemos saber con absoluta certeza si los nuevos
tratamientos médicos basados en el oro son o no dañinos
para el organismo.
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