Dienstag, 22. März 2016

DIOS... ¿EXISTE?

Antes, una pregunta. ¿Quién determina si Dios existe? ¿Un laboratorio farmacéutico? ¿Un congreso de científícos nucleares? ¿Un multimillonario a lo Bill Gates?

¡Qué idiotez, Señor! Porque a Dios no lo encontraremos nunca con la mente, con el cerebro. A Dios sólo encontraremos con el corazón.

Los niños jamás se preguntan “si Dios existe”. Saben que Dios, y Jesús, y la Virgen existen. ¡Y punto! 

Por eso, para saber si Dios existe, debemos ser como los niños y dejar que hablen nuestros corazones. O que hable la música. Que en definitiva es lo mismo.

Sobre el particular, el gran poeta Heinrich Heine escribió: “Allí donde mueren las palabras, comienza la música”.

Perdón, pero me voy a tomar el inmenso atrevimiento de cambiar estos versos por los siguientes: “Allí donde mueren las palabras, habla el corazón”.

Decía el gran psicólogo Jung: “¡Yo no creo, yo sé!”

¿Qué significa esto? Pues, que Dios lo es TODO. No hay NADA fuera de Dios. Porque Dios vive en cada uno de nosotros.

¿Cómo podemos ser criaturas de Dios sin tenerlo en nuestros corazones? Y si yo tengo a Dios en mi corazón, es decir, muy, muy dentro mío, no necesito buscarlo fuera de mí.

Y si Dios vive dentro de mí, tampoco necesito “creer” en Dios, porque yo SÉ que existe. ¿Dónde? Pues en mi corazón.

Y tampoco tengo porqué tener miedo.

Con Dios dentro de mí, no tengo porqué enredarme en la maraña de mezquindades y brutalidades humanas.

Mezquindad y brutalidad son ambas fruto de la ignorancia. Y yo no quiero sumarme a la masa de ignorantes, sabiendo, como sé, que Dios es la suprema sabiduría.

Eso lo entiende hasta el más bruto, como decía mi abuelo, pero...

Somos seres divididos. Y como seres divididos que somos, tendemos a dividirlo, a separarlo todo.

No sólo somos seres divididos. También somos seres contradictorios. Aceptamos ser criaturas de Dios, pero en la vida cotidiana se-pa-ra-mos: Dios por un lado, nosotros, por el otro.

Y así terminamos relegando a Dios al ámbito de las iglesias, de las religiones, de la misa y del sermón dominical.

Pero, ¿no habíamos dicho que Dios lo es todo? Por eso, todo lo que ocurre en el mundo, individual y colectivamente, es una misma cosa. Inundaciones, tornados, erupciones volcánicas, por un lado, guerras, atentados terroristas, crisis políticas, por el otro.

Si Dios lo es TODO, todo está forzosamente unido entre sí. Lo cual nos lleva a la siguiente conclusión:

Lo que ocurre en el mundo es voluntad de Dios. Y si quieren saber porqué, lean “Río del Olvido – Cómo prepararse para el 21 de diciembre del 2012”. Con este pequeño gran libro sabrán todo lo que tienen que saber. Y...

¡Que Dios los bendiga!


Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen