Tenemos
dos mentes. Sí, DOS mentes. Y una contradice a la otra.
Queremos
creer en algo, pero lo negamos en la práctica con la información
que tenemos, con las experiencias que tenemos.
Esta
contradicción, entre lo que creemos, por un lado, y nuestra
experiencia, información y conducta, por el otro, nos hace sentir
mal.
Sentimos
que algo anda mal en nuestra vida, pero no sabemos bien qué.
La
solución es simple: reconocer que hemos vivido equivocados y cambiar
de rumbo. Pero...
Resulta
que la mayoría no quiere cambiar. Para eso, echa mano de excusas
como ¡la culpa es tuya! o ¡bien merecido se lo tiene!
Para
cambiar, debemos aceptarnos así como somos. Ése es el primer paso.
El
segundo paso consiste en visualizar, decirle a nuestro subconsciente:
¡ESTO es lo que quiero!
¿Y
qué hace el subconsciente? Pues, envía a la mente las ideas e
inspiraciones necesarias para hacer realidad nuestro deseo. De manera
en apariencia accidental, o por pura coincidencia, atraeremos las
situaciones, personas o recursos que necesitamos.
¡Estos
son mis sueños, ayúdame a hacerlos realidad!
Una
vez que el subconsciente recibió el mensaje, sólo necesitamos: a)
un lugar tranquilo; b) objetivos e intenciones bien concretos; c)
hacer como si nuestros sueños ya fuesen realidad.
Todo
lo que hacemos o dejamos de hacer es fruto de nuestras creencias.
Creencias subconscientes, se entiende.
A
veces, estas creencias pueden ser útiles. Otras veces, pueden causar
graves problemas, al poner límites allí donde no existen.
Por
ejemplo, si creemos que nunca encontraremos a la mujer soñada, pues
nunca encontraremos a la mujer soñada. Tan sencillo.
¿Quieren
que les diga una cosa? Escuchen.
¡Somos
I-LI-MI-TA-DOS!
¡Y adelante!
Inhalen hondo, varias veces. Al hacerlo, suelten todas sus tensiones
y preocupaciones.
Imaginen
que una luz dorada entra en los pulmones, extendiéndose por todo el
cuerpo, relajándolo y llenándolo de calidez.
Al
exhalar, imaginen que eliminan todos sus miedos, ansiedades y
disarmonías.
Repitan
esto hasta sentirse completamente relajados y calmos.
Luego,
imaginen un futuro a su gusto. Concéntrense en los aspectos más
importantes de sus vidas, como finanzas, trabajo, familia, etc.
A
la mañana, al despertar, imaginen que ya están en ese futuro
anhelado. ¿Cómo se ven? ¿Cómo se sienten? ¿Están viviendo una
vida realmente a su gusto?
Hagan
este ejercicio tomándose todo el tiempo posible y disfrutándolo lo
más posible.
Ejercicio:
Diariamente,
concéntrense (diez minutos bastan) en las imágenes positivas. Gocen
con las sensaciones que estas imágenes despiertan en ustedes.
Escriban
sus objetivos como si ya fuesen realidad. Escríbanlos en primera
persona, en tiempo presente,
Planifiquen
sus objetivos “de atrás para adelante”, o sea, sepan cuál es el
paso final en pos del objetivo deseado. Así, llegarán hasta donde
están ahora. Es como imaginar el final del camino y luego ir para
atrás, hasta el comienzo. De este modo, no podrán desviarse del
camino.
Para
empezar por el final:
a)
sepan bien cómo será ese final; b) planifiquen de abajo hacia
arriba, no viceversa.
Pónganse
objetivos que les exijan un esfuerzo. Toda vez que estén por
alcanzar un objetivo, “córranlo” un poco hacia adelante, para
que esté fuera de su alcance. Pero no demasiado. Así, se esforzarán
más y obtendrán más por añadidura.
No
se preocupen por saber cómo sus sueños se harán realidad. Basta
que estén convencidos de que se harán realidad.
Hagan
así. Pidan que sus sueños se realicen y... ¡Olvídense!
Ponerse
metas, objetivos no es muy difícil. Lo difícil es nunca darse por
vencido.
Cambiar
significa abandonar viejos hábitos familiares. Es mucho más fácil
no cambiar, que cambiar.
Si
ustedes se ponen objetivos fáciles de alcanzar, quizá los alcancen,
pero al precio de encontrarlos aburridos. Por otro lado, si son
objetivos muy difíciles de alcanzar, quizás fracasen en
alcanzarlos.
Conclusión:
Lo importante es saber qué queremos y saber cómo obtenerlo.
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen