Quisiera
hablarles de Dios.
Aunque
debo confesar que eso de hablar de Dios...
Ustedes
saben a qué me refiero, ¿no?
Me
refiero a que "Dios", así, entre comillas, es algo propio
de las religiones e iglesias. Bueno, así al menos lo cree la mayoría
de la gente y...
¡Y
punto!
Y
sigamos. Que no es de este "dios" entre comillas del que
quisiera hablarles, sino del verdadero Dios, creador del Cielo
y de la Tierra (y del Universo entero).
Pero
entonces por qué...
¿Por
qué no lo invocamos al caer enfermos?
¿O
no es cierto que Dios es lo contrario de enfermedad?
Sí,
claro...
Y
como Dios es lo contrario de enfermedad, quién mejor que Dios para
curarnos, ¿no?
Sí,
claro...
¿Qué
esperan entonces (pregunto nomás) para rezar, a toda hora y todas
las veces que puedan, la siguiente oración?
"¡Dios
Querido! ¡Gracias por curarme! ¡Gracias, infinitas gracias!"
¿Eso
es todo?
Sí,
eso es todo. ¿Para qué quieren más?
Y
una última recomendación:
Recen
la oración y después... ¡olvídense...!
Y
vuelvan a sus actividades diarias. Que Dios ya se ocupará DE TODO.
¿Que
no? ¡Pues ya verán! ¡Ya verán de lo que es capaz!
NOTA
IMPORTANTE: Cuando se sientan enfermos, acudan sin demora a un
profesional de la medicina. Sin por eso dejar de rezar la oración,
se entiende. ¿Que si pueden cambiarla? Es claro que pueden
cambiarla, pero a condición de respetar su espíritu esencial. Y su espíritu esencial es saber, con toda seguridad, que Dios ya nos ha curado.
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