¿Quieren saberlo? Pues....
¡Optimistas son los que siempre llegan tarde!
No, no es que sean haraganes y no quieran trabajar.
Y tampoco son unos irrespetuosos y desconsiderados que
sólo piensan en sí mismos.
Son impuntuales debido a tantas cosas... Su personalidad, su
psicología y...
¡Y nada más!
Sí, de acuerdo... Esta gente debería preocuparse en superar
el problema.
Pero...
El “problema“ también tiene sus ventajas.
¿Que no? Pues veamos...
Quienes siempre llegan tarde no son un caso perdido. ¡No!
Son optimistas. ¡Optimistas de corazón! Creen que pueden
hacer más cosas en poco tiempo que los demás. Les gusta la
multitarea. Repito: ¡son optimistas de corazón!
No sólo eso (que no es poco). El optimismo mejora la salud.
Reduce el estrés y las enfermedades cardiovasculares.
También refuerza el sistema inmunológixo.
Si estos argumentos no le bastan, aquí van algunos más.
Ser una persona feliz y positiva lleva (en general) a una vida
más larga. Además, el optimismo va de la mano del éxito en
la vida práctica, porque alienta la productividad, la creatividad
y el trabajo en equipo.
Lo que llamamos “tiempo“ es algo relativo, ¿no es cierto? Lo
mismo la puntualidad. Significan cosas distintas en distintas
culturas y contextos. Por ejemplo, los alemanes son
puntuales hasta la muerte. Retrasarse es casi un pecado para
ellos. No así en España, donde la puntualidad es vista con
muy otros ojos. ¿Y América Latina? Allí, la puntualidad tiene
poca o ninguna importancia.
Y aquí termino. Confieso que no me gusta llegar tarde, pero...
¡Estoy cansado! ¡Y me voy a dormir! (gran bostezo). ¡Hasta
mañana! (otro gran bostezo). Y por favor, no me esperen, que
ya estoy roncando (rrrrrrrr). Hasta mañana... (rrrrrrrr)
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